Soltaron estorninos en Nueva York, y la cagaron
Investigando para las entradas sobre la megafauna, descubrí un caso de «negligencia medioambiental» que me ha parecido épico. Creo que merece una entrada propia en este blog. Esta es la historia de cómo personas con pocas luces liberaron estorninos en Nueva York, y la cagaron, todo por una razón completamente estúpida.
Allá por el año 1871, se fundó en la ciudad de Nueva York la «Sociedad Americana de Aclimatación» («American Acclimatization Society»), una asociación de ornitólogos aficionados que promovían la introducción en Norteamérica de especies de aves provenientes del Viejo Mundo para goce y disfrute de los americanos. Dicen que «todo inglés es ornitólogo mientras no se demuestre lo contrario», así que los americanos no iban a quedarse atrás (no dejaban de ser unos hijos de la Gran Bretaña). Esta sociedad importó de manera sistemática los más hermosos pájaros europeos, desde pinzones hasta gorriones.
¿Pero en qué estaría pensando esta gente? Imagino que por aquel entonces la mentalidad era distinta y no existían tantos conocimientos sobre los peligros de la introducción en un ecosistema de especies foráneas. Y hasta cierto punto, puedo comprender la intención de esta sociedad. Era una buena intención, pero sumamente estúpida. Es una idea comparable a la del imbécil que se le ocurrió asar la manteca.
En 1890, los miembros de la «Sociedad Americana de Aclimatación», en toda una demostración de extravagancia victoriana, liberaron en Central Park un total de 60 estorninos importados desde Europa. Algunos de sus socios propusieron repasar las obras completas de William Shakespeare e introducir todas las especies de aves que apareciesen citadas en ellas, como los estorninos.
En concreto, los estorninos son mencionados en la obra «Enrique IV, Parte 1», en el Acto I, Escena 3. El rey Enrique IV promulgó un edicto real en el que prohibió mencionar el nombre de Mortimer. Cuando Hotspur (Henry Percy), el cuñado de Mortimer, se entera de esto, asegura que entrenará a un estornino para que repita constantemente «Mortimer» y burlarse así de la prohibición del rey. Este es el fragmento relevante:
«No, haré que un estornino sea enseñado a decir nada más que ‘Mortimer’ y se lo daré [al rey], para mantener su ira en constante agitación.»
Shakespeare sabía lo que hacía cuando eligió a un estornino para incluirlo en su obra. Estos pájaros de plumaje oscuro y brillante son famosos por su habilidad para imitar el canto de otra aves, incluida la voz humana. Los estorninos (Sturnus vulgaris) dan nombre a su propia familia, los estúrnidos, y son originarios del continente europeo. Viven en enormes bandadas de miles de individuos que vuelan, comen y duermen juntos. Cuando se congregan en grandes números, pueden asolar cultivos y plantaciones de frutales, o regar ciudades enteras con sus excrementos.
Parece que los miembros de la «Sociedad Americana de Aclimatación» no conocían a los estorninos tan bien como William Shakespeare, pero terminaron por conocerlos bien. Ya lo creo. Estos pájaros tan adaptables e inquisitivos llegaron para quedarse. A base de reproducirse frenéticamente y sin apenas depredadores naturales, en pocos años los estorninos tomaron posesión de su nuevo territorio. Llenaron Nueva York de excrementos y causaron los mismos problemas que provocan en las ciudades del Viejo Mundo, pero aun peor. Hoy en día, los estorninos se encuentran en la lista de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo.
Este caso me recuerda a lo que ocurrió en Australia con los conejos y los zorros, que también fueron introducidos intencionalmente por los humanos. Los conejos los llevaron a aquellas lejanas tierras para ofrecer una fuente de carne barata a los granjeros. Luego, cuando comprobaron que los conejos se estaban desmadrando, trajeron zorros con la idea de controlar a los conejos. Sin embargo, los zorros ignoraron a los conejos, resultándoles más interesante cazar a los marsupiales australianos, más lentos que los conejos.
Pero lo que hicieron en Nueva York no tiene punto de comparación. Los estorninos no tienen valor económico o cinegético alguno, y fueron introducidos sólo porque a un puñado de literatos aburridos y fanáticos les pareció buena idea compartir estos pájaros con los americanos. Habría sido mejor que hubiesen seguido leyendo y rascándose la barriga en lugar de cagarla bien cagada.
Sinceramente, lo que hay que ver. Es increíble cómo decisiones aparentemente inofensivas, tomadas por ignorantes, pueden tener un impacto desastroso durante siglos.