El «Sin Cara» y el origen de los bivalvos

De los muchos personajes memorables que aparecen en «El Viaje de Chihiro», ninguno cala tan hondo en todos los espectadores como el «Sin Cara», esa sombra ominosa que se pasea con una máscara blanca e inexpresiva. Tal y como lo fue Suigintou en su día, nuestro personaje invitado de hoy será este tipo tan raro, con una historia que involucra a los bivalvos y la selección natural.

Os presento al «Sin Cara»

El «Sin Cara», un breve retrato

El «Sin Cara» es un personaje secundario de «El Viaje de Chihiro», y aunque su papel no resulte fundamental en la trama, se ha convertido por méritos propios en uno de los personajes más queridos y reconocibles creados por el maestro japonés Hayao Miyazaki. 

No resulta fácil dar una descripción digna de un personaje tan grande como el «Sin Cara», pero lo voy a intentar.

También llamado «Kaonashi» o «No Face» en las versiones en japonés e inglés, al «Sin Cara» se le podría describir como una especie de fantasma alto y larguirucho, arropado con una túnica negra e intangible de la que solamente sobresalen sus manos y pies cuando los extiende. En su cabeza, destaca una máscara kabuki con una expresión inquietante.

Esta escena, con Chihiro y el «Sin Cara» sentados en un tren, se ha convertido en un icono del cine oriental.

Aunque es complicado saber lo que le pasa por la cabeza al «Sin Cara», en lo referente a su carácter parece ser un tipo tranquilo, pacífico y algo tímido que vaga sin rumbo ni objetivo aparente por un mundo poblado por espíritus y demás criaturas del folclore oriental. Al menos, hasta que se encontró con alguien diferente, una niña valiente embarcada en un viaje espiritual. Solo podemos imaginar que impulsó al «Sin Cara» a acompañar a la joven Chihiro, pues la película apenas nos da explicación y lo deja casi todo a nuestra imaginación. 

Vamos entrando en materia. Aunque el «Sin Cara» no tenga rostro, tal y como dice su nombre, sí que cuenta con una boca funcional (y un aparato digestivo, supongo) con la que ingerir comida y bebida pues como cualquier otra criatura necesita alimentarse. Justo debajo de su máscara, se abre una boca con mandíbulas y dientes, que sólo deja ver en contadas ocasiones.

Chihiro y el «Sin Cara» tomando el té y unos dulces en casa de la bruja Zeniba.

Esta condición de no tener rostro y contar con una boca, me recuerda mucho a los bivalvos. Este grupo de animales conservar igualmente una boca funcional, pero durante su evolución perdieron no solo la cara, si no también la cabeza. Los bivalvos no tienen signo alguno de cefalización, y de hecho entre algunos círculos biológicos se les llama «acéfalos».

El origen de los bivalvos, los mariscos sin cabeza

Los bivalvos son moluscos que se caracterizan por tener un par de valvas calcáreas y simétricas, entre las cuales pueden resguardar todo su cuerpo y quedar al abrigo de sus depredadores. Nosotros los conocemos sobre todo por su presencia en multitud de platos de nuestra cocina. Mejillones, berberechos, chirlas, ostras, almejas arroceras y demás mariscos de dos valvas nos los podemos encontrar a granel en la pescadería y sección de congelados.

Y también los puedes coger tú mismo. ¿Quién no ha buscado coquinas en la playa?

Los bivalvos se alimentan filtrando el agua a través de sus branquias, capaces de retener el más fino plancton y otras partículas nutritivas en suspensión. Llevan una vida tranquila y sin complicaciones, enterrados en la arena o fijados a las rocas, como los mejillones gallegos. Para ganarse el sustento solo tienen que entreabrir sus valvas y dejar pasar el agua por sus filtros. Su única estrategia defensiva consiste en cerrar las valvas fuertemente hasta que pase el peligro.

Ninguno de los bivalvos actuales tiene cabeza, ni falta que les hace. Animales con semejante estilo de vida no requieren un cerebro muy desarrollado ni tener una cabeza llena de órganos sensoriales informando continuamente del medio. La evolución tiende a eliminar órganos inútiles, y aunque sin duda los bivalvos más primitivos sí que tendrían una cabeza diferenciada, es de imaginar que en algún momento de su evolución los bivalvos perdieron todo rastro de cefalización.

Poco o nada se conoce sobre cómo serían los ancestros de los bivalvos allá por los albores del periodo Cámbrico, hace 600 millones de años. Quizás serían unos animalillos semejantes a las actuales lapas, solo que con la concha dividida en dos mitades simétricas y unidas por una bisagra flexible. Los bivalvos primitivos adoptaron una vida pasiva basada en la filtración del agua marina, y paulatinamente fueron perdiendo cualquier órgano innecesario.

¿Alguna vez le habéis visto la cabeza a un mejillón? Básicamente, la parte comestible de un mejillón es solo un par de capas de tejido muscular, entre las que se encuentran las branquias filtradoras, y una boca pequeña e imperceptible.

La selección natural tuvo millones de años para beneficiar a los bivalvos que acumulaban mutaciones tales que les impedían desarrollar una cabeza completa, pudiendo así invertir más recursos en la reproducción. Los bivalvos acéfalos más evolucionados producían más descendencia, y fueron desplazando lentamente a los primitivos.

Esta hipótesis sobre los orígenes de los bivalvos está bastante aceptada entre la comunidad científica. Por desgracia, como los restos fósiles de los bivalvos suelen tratarse de conchas y valvas vacías, es muy improbable que algún día lleguemos a conocer el momento exacto en que los bivalvos perdieron definitivamente la cabeza.

El origen del «Sin Cara»

Ahora nos adentraremos en el terreno de la especulación biológica más demencial. Ahora que sabemos como evolucionaron los bivalvos, vamos a intentar imaginarnos cómo podría haber aparecido una criatura como el «Sin Cara» aplicando los principios básicos de la selección natural.

Una cosa que hemos de comprender es que nuestro amigo no es un ejemplar único. Aunque en la película solo veamos uno, es evidente que tiene que haber más «Sin Cara» y que estos deben ser capaces de reproducirse entre si. Que solo veamos uno puede explicarse si suponemos que el mundo de los espíritus es muy grande y extenso, y la población de los «Sin Cara» está muy dispersa.

El ser tan inexpresivo, hace que el «Sin Cara» a veces sea difícil de entender.

Mi hipótesis sobre el origen de los «Sin Cara» es que evolucionaron a partir de espíritus entre los cuales las expresiones faciales estaban mal vistas y dificultaban la reproducción.

Imaginad una casta de espíritus en los que, por el motivo que sea, los individuos más inexpresivos resultan ser los más atractivos. Estos ejemplares serían los que consiguen pareja más fácilmente y se reproducen más, dejando «su cara de tabla» a sus numerosos descendientes. Cada nueva mutación que les volviera más inexpresivos sería favorecida por selección natural, hasta que tras muchas generaciones de reproducción selectiva, la especie entera evolucionaría en unos espectros totalmente inexpresivos, como nuestro «Sin Cara».

Por favor, perdonadme esta entrada tan rara. Solo quería dedicarle un homenaje a mi personaje favorito de «El Viaje de Chihiro» a la vez que demostraba que la selección natural también puede afectar a los espíritus como el «Sin Cara», por muy sobrenaturales que sean. He hablado.


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