Pulmones de holoturia

Hace ya mucho tiempo que dejé en el aire la última entrega de la serie «Anatomía de la Sirenita«. Tras haber analizado su manera de moverse, en la próxima tocará averiguar cómo respira, un asunto peliagudo que deberemos tratar paso a paso. Y el primero será hablaros de las holoturias, unas criaturas marinas casi tan alejadas de nuestra vida cotidiana como las sirenas, pero tan reales como nosotros.

Holoturia
Holothuria polli, una holoturia fácil de encontrar en el mar Mediterráneo.

Y a pesar de su realidad, puede ser complicado encontrar a alguien con quien hablar de ellas. Lo he comprobado. Puedes conversar sobre caballos, tortugas, pájaros, dinosaurios y demás animalillos peludos o escamosos sin parecer un friki, pero quienes participen en una tertulia sobre las holoturias deben ser bichos raros necesariamente.

Las holoturias son animales marinos y bentónicos pertenecientes a la clase Holoturoideos, y a su vez al gran y variado filo de los Equinodermos junto a sus parientes cercanos los erizos de mar (Equinoideos) y las no tan relacionadas estrellas de mar (Asteroideos). Tienen aspecto de gusanos rechonchos y suelen vivir acostadas sobre el fondo marino devorando cualquier cosa que se cruce en su camino, ya sea algún cadáver, excrementos o el mismo fango cargado de materia orgánica. No es una vida muy glamurosa, pero las holoturias son una antigua y exitosa estirpe que lleva viviendo en la Tierra más de 400 millones de años. A ellas les va bien y nosotros no somos quienes para juzgar su estilo de vida.

A propósito, y por si alguien lo dudaba. También se las llama pepinos, cohombros o «carajos» de mar debido a su forma, pero os puedo asegurar que el parecido con las hortalizas acaba ahí. No son verduras, y prueba de ello es que cuando en los restaurantes de comida exótica hacen sus pedidos de alimentos frescos, las holoturias las compran en las pescaderías y no en las fruterías. 

Aunque no hace falta irse al fin del mundo para comer holoturias. En el levante español es muy conocida la espardeña (Stichopus regalis), una holoturia apreciada antiguamente como un plato tradicional en los pueblos de pescadores, pero que va haciéndose sitio en la alta cocina. Sus capturas son escasas y su demanda alta, haciendo que sus precios rivalicen con el de los mejores mariscos.

Espardeñas
Espardeñas (Stichopus regalis). Dicen que son toda una delicia, pero a mí me siguen pareciendo gusanos pálidos y viscosos. De entre todas las cosas apetecibles que hay en el mar, no sé cómo a alguien se le ocurrió comerse esto.

Si pasamos por alto ciertos detalles alucinantes sobre su anatomía y simetría que ahora mismo no vienen al caso, va siendo hora de que entre en materia y cuente a que viene este tema de las holoturias.

La mayoría de los animales con respiración subacuática a los que estamos acostumbrados extraen el oxígeno del agua mediante unos órganos llamados branquias que, a grandes rasgos, son unas laminillas ricas en capilares sanguíneos por las que hacen circular una corriente de agua fresca y oxigenada. Es un método muy eficaz ampliamente adoptado por crustáceos, moluscos, peces y renacuajos; y ciertamente resulta difícil encontrar animales de respiración subacuática que no utilicen branquias, salvo las humildes criaturas que carecen de sistemas especializados en el intercambio gaseoso y respiran por difusión simple, como las medusas y muchos gusanos.

Las holoturias son una excepción. Tienen un sistema respiratorio único compuesto por un par de conductos muy ramificados (hasta el punto de llamarse “árboles respiratorios”) conectados al extremo posterior del tubo digestivo y comunicados con el medio externo a través de la cloaca. De paredes finas y en estrecho contacto con los demás sistemas del cuerpo, estos árboles respiratorios se encuentran llenos de agua proveniente del exterior que es renovada una y otra vez según la holoturia contrae o flexiona su cuerpo.

Sistemas internos de una holoturia
Representación gráfica de los sistemas internos de una holoturia (la parte delantera está a la izquierda). En rosa aparecen conectados a la cloaca los árboles respiratorios, es decir, sus pulmones acuáticos.

Un momento. ¿Un espacio en comunicación con el exterior, altamente ramificado y cuyas paredes están en íntimo contacto con el medio interno? Nosotros ya conocemos una estructura como esta, ¿no es así? Algo que como animales terrestres que somos usamos constantemente, y son nuestros propios pulmones.

Es así de sencillo: las holoturias respiran por pulmones subacuáticos iguales en esencia a los nuestros, aunque, a diferencia de estos, se abren por el extremo contrario del tubo digestivo y se llenan de agua en lugar de aire. Las holoturias toman agua, extraen el oxígeno de la misma y la expulsan de nuevo, igual que podría hacerlo un tetrápodo con el aire.


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