Petirrojos capaces de matar
Los petirrojos (Erithacus rubecula) son unos vistosos pajarillos pertenecientes a la familia de los muscicápidos, que habitan en Europa y partes de Asia. Se trata de un depredador vivaz e insaciable de insectos y otras plagas, desempeñando un papel amigable en la vida de los agricultores. Siempre se le ha considerado un pájaro alegre que frecuenta nuestros parques y jardines, manifestando una confianza única en su entorno. Su presencia es fácil de notar, y su belleza y energía incesante lo han convertido en un favorito tanto de los ornitólogos aficionados como de los amantes de las aves en general.
Sin embargo, existe un aspecto de este pajarillo que pocos conocen: los petirrojos tienen un lado oscuro.
La gran mancha anaranjada que adorna su pecho y su cara, aunque resulta atractiva a los ojos humanos, tiene un propósito muy diferente en su mundo. Cuando un petirrojo se posa en una rama y exhibe sus colores vibrantes, en realidad, está enviando una feroz advertencia: «¡Este territorio es mío! ¡Fuera de aquí!»
Los petirrojos son muy territoriales, especialmente los machos, y la mera visión de un destello rojizo dentro de su territorio puede ser un estímulo tan provocativo como para incitarlos a matar. Dejan todo lo que están haciendo y se lanzan a interceptar al intruso, que suele ser otro petirrojo, aunque también se han registrado casos de ataques contra otros pájaros con plumaje rojo, como los camachuelos. Los petirrojos despliegan su pecho, erizan sus plumas y acompañan su desafío con trinos agudos. Si el intruso no se retira o responde de la misma manera, el dueño del territorio no dudará en atacar.
Para ilustrar la determinación de los petirrojos en la defensa de su territorio, se ha hecho el experimento de colocar un petirrojo disecado en el territorio de un macho dominante. Los resultados son inequívocos: estas aves son expertas en la lucha «cuerpo a cuerpo» y pueden llegar a ser letales con sus rivales. El atacante se abalanza sobre el señuelo y le destroza el cráneo con una descarga de furiosos picotazos. Se estima que hasta un quinto de los petirrojos adultos mueren con su cerebro al descubierto tras luchar con aves de su misma especie.
Así que ya sabes. No debes temer ni juzgar a los petirrojos por este despiadado comportamiento, pero míralos con un poco más de respeto.