El petirrojo de Mary Poppins
El otro día, tuve el placer de reencontrarme con una joya atemporal entre los clásicos de la factoría Disney. La película «Mary Poppins» tiene una escena ornitológica que ya es hora de que la tratemos en «AdenofreakTP» como se merece. Seguro que con una imagen y unos versos ya sabréis de qué escena os hablo, ¿verdad?

Si a estas alturas hay alguien que no haya visto esta película de antología, que no se preocupe. No voy a hacer spoilers. Esto no es una reseña, ni una crítica, ni un resumen. No voy a hablar de una historia sobre la que ya han corrido ríos de tinta. La protagonista de esta entrada no será la mágica señorita Poppins, sino el pájaro que acompaña con sus trinos a la niñera del dulce cantar.
Este pájaro es el primer robot animatrónico empleado en la gran pantalla, ni más ni menos, enfundado en el plumaje de un petirrojo americano. Por así decirlo, este pájaro robot fue el abuelo del gigantesco tiranosaurio robótico que usó Steven Spielberg en «Jurassic Park».
Durante el rodaje de la escena, Julie Andrews (la actriz que interpreta a Mary Poppins, por si alguien no lo sabía) debía cargar con el robot y con un amasijo de cables que corrían ocultos tras su brazo y conducían directamente hasta un panel de control. Hay que reconocer que el robot funcionó perfectamente y hoy en día aun hay gente que se pregunta cómo se las arreglaron para amaestrar al pájaro y que cantase a dúo con la actriz. Pero yo me pregunto otra cosa, algo mucho más intrigante: ¿Qué rayos hace un petirrojo americano anidando en plena ciudad de Londres?

El petirrojo americano o zorzal pechirrojo (Turdus migratorius) es un pájaro que pertenece a la familia de los Túrdidos, junto a zorzales y tordos. Tiene el pecho y el vientre de un vívido color anaranjado, y su área de distribución se extiende por los bosques de América del Norte, desde Alaska hasta México.
Por el contrario, en el Viejo Mundo tenemos a nuestro propio petirrojo residente, el petirrojo común o europeo (Erithacus rubecula). Ya conocimos anteriormente a estos pajarillos y su fuerte comportamiento territorial. Es una especie inconfundible, bastante más pequeño que su contraparte americana y con un perfil más redondeado. De hecho, su única semejanza con el zorzal pechirrojo es el color brillante de su pecho. Nada más.

Este es el petirrojo que debió cantar junto a Mary Poppins, y no el americano. Entonces, ¿por qué escogieron un pájaro del Nuevo Mundo para ambientar una historia que se desarrolla en Londres?
Bueno, tengo mi propia opinión al respecto.
«Mary Poppins» no tiene un guion original, si no que es una adaptación de una novela escrita en 1934 por Pamela L. Travers. No he leído la novela original, pero sí sé que la creadora de Mary Poppins no quería que Walt Disney y sus guionistas convirtieran su historia en un musical. Y aun así, hicieron una película musical. La niñera del «paraguas volador» cantó en la gran pantalla, para regocijo de los espectadores y disgusto de la autora original.
Walt Disney hizo que Mary Poppins cantase, a pesar de la opinión en contra de Pamela L. Travers; por lo tanto, si quería que la niñera cantase con un petirrojo en la mano, pues también lo iba a conseguir. ¡Claro que sí! Y si el petirrojo europeo resultaba demasiado pequeño para recubrir el robot, pues usarían un petirrojo americano, de mayor tamaño, confiando en que nadie se diese cuenta del cambiazo.
Además, y ahora que lo pienso, es muy posible que los mismos guionistas de Disney fuesen americanos e ignorasen que el petirrojo de su tierra no lo había en Europa. Estas son las cosas que pasan cuando en tu propia película no cuentas con un buen zoólogo como asesor.
El primer robot animatrónico del cine nos dejó una lección involuntaria: hasta los pequeños detalles pueden hacer volar nuestra imaginación… o llevarnos al continente equivocado.