Los ojos de Anastasia y Rapunzel
Con vistas a las entregas de «Fauna de Animación», he decidido compartir una opinión puramente cinéfila sobre dos de mis princesas animadas favoritas, sendas protagonistas de sus respectivas películas. Por diferentes que puedan parecer, las historias de Anastasia y Rapunzel comparten algunos elementos comunes. Ambas crecieron alejadas de su familia, olvidaron su noble ascendencia y sus ojos tuvieron una importancia crucial en la búsqueda de su identidad.

Los ojos de las princesas Disney
Los ojos representan un elemento muy importante en el diseño de un personaje de animación, pues en buena medida son quienes aportarán personalidad, carácter y expresividad facial. Una sola mirada puede expresar un inimaginable abanico de emociones. Y si como suele decirse, para una persona los ojos son el espejo del alma, para un personaje animado no van a ser menos.
Si lo sabré yo. Todos los dibujantes que dan sus primeros pasos en el complejo arte del dibujo femenino pronto tropiezan con los ojos de sus creaciones, en cómo aportarles expresión y elegancia en la mirada cuidando de que los ojos no queden disparejos, torcidos o emborronados. Se requiere mucha práctica y paciencia para lograr algo decente, y no existen las medias tintas. Si los ojos de una chica animada están mal, el personaje entero no valdrá para nada, sin importar lo bien que hayan quedado el cuerpo o el vestuario.
Desde los primeros clásicos, se ha afirmado que los ojos de las princesas Disney tienden a ser de un tamaño antinatural, alejados de los diseños realistas y más parecidos a los de las heroínas del manga y anime japonés. Quizás sea cierto. Unos ojos grandes siempre han sido símbolo de belleza femenina, y prueba de ello es la ingente cantidad de cosméticos y técnicas de maquillaje destinados a realzar el tamaño de los ojos.

Hay por ahí grupos de «haters» que culpan a la factoría Disney de ofrecer a las niñas un modelo de belleza femenina inalcanzable con sus princesas de ojos enormes, pelo sedoso y cuerpo escultural. Y yo a esos tipos les digo, con todos mis respetos: ¡Qué les zurzan! ¡Ya está bien de criticar injustamente el trabajo ajeno! Cuando ellos hagan sus propias películas animadas, que diseñen a sus princesas como les venga en gana. Que dejen a los maestros trabajar en paz.
Rapunzel – Madre e hija
Volvamos al tema, que me disperso. Las dimensiones oculares de las heroínas Disney llegaron a su máxima expresión con la princesa Rapunzel, pero en esta ocasión no fue solamente por acentuar su belleza y darle expresividad. Creo que había un motivo concreto para dotarla con esos ojazos verdes, y estas son mis razones.
Tras permanecer enclaustrada toda su vida, a Rapunzel le llegó una reminiscencia de su pasado cuando vio el mosaico de la princesa perdida desaparecida años atrás. Aquella niñita de ojos verdes y pelo dorado en brazos de sus padres no se le sacó de la cabeza, hasta que al final le hizo ver la verdad.

Mucho le costó liberarse de Madre Gothel, pagando como precio su dorada cabellera, pero aun quedaba una prueba más que separaba a Rapunzel de la felicidad. Los padres de nuestra princesa debían reconocer en aquella joven a su hijita perdida tiempo atrás.
Es una escena que deja sin palabras, y en la que, de hecho, no dicen una sola palabra. Rapunzel se planta tímida delante de sus padres, descalza y con el pelo cortado a cuchillo. Su madre, la reina Arianna, se acerca y mira a esa joven a los ojos. Si no fuese capaz de reconocer a su hija no podríamos reprochárselo, pues la última vez que la vio era una niñita de rubios cabellos.
Por fortuna, no ocurrió así. El extraordinario parecido con su madre y los ojos verdes que de ella heredó fueron suficientes pruebas para confirmar la identidad de Rapunzel. La princesa perdida había vuelto a su hogar.

Con esta escena quedó claro que los ojazos de madre e hija no estaban solo de adorno. Los animadores de Disney hicieron un gran trabajo con el diseño de esta princesa, mostrando a los espectadores que Rapunzel es tan reconocible por sus ojos verdes como por su cabello dorado. Y si no, que se lo digan a su madre.
Anastasia – Los ojos de los Romanov
Antes de nada, hay que dejar clara una cosa: Anastasia no es una «princesa Disney», por dos buenas razones:
- Anastasia no fue creada por la factoría Disney. Su película pertenece a la división de animación de 20th Century Fox, un estudio que más tarde nos regalaría otras joyas animadas como «La Edad de Hielo» o «Río».
- Anastasia no es una princesa, y nunca ha pretendido ser tal cosa. Ella está por encima de eso. Como hija del zar de Rusia y heredera de un imperio, su titulo nobiliario correcto es el de gran duquesa.
El caso de Anastasia es más complejo. Sus ojos son igualmente importantes en el argumento de la película, pero, al haberse decantado por un diseño realista, los animadores de 20th Century Fox no podían agrandar demasiado los ojos de la gran duquesa, pues habría quedado grotesco. Si querían mantener la proporción humana tendrían que encontrar otras formas más sutiles de destacar su mirada.
Durante la película, más de una vez hacen referencia con los diálogos a los ojos azules de los Romanov, la última familia imperial de la Rusia Zarista. El tono azul cobalto de sus ojos se heredaba a través de las generaciones, y todos los hijos del zar Nicolás II tenían los ojos azules incluida su hija menor, la gran duquesa Anastasia.
En esta película aparece una escena muy semejante a la de Rapunzel con el mural. Cuando sorprenden a Anya bailando en el «Palacio de Catalina«, esta se vuelve y sus ojos azules quedan iluminados por un haz de luz al mismo tiempo que en el retrato de la familia imperial se destaca la cara de la gran duquesa y sus ojos.

El mismo cabello pelirrojo junto a los ojos azules de los Romanov. La semejanza es asombrosa y fue lo que llevó a elegir a Anya para el plan de suplantar a la gran duquesa perdida y cobrar los 10 millones de rublos, nada menos, que ofrecía su abuela como recompensa.
Podemos ver como los animadores de la factoría Fox utilizan un juego de luces y sombras para hacer énfasis en los ojos de Anastasia. Es un truco muy sencillo y efectivo que usan por lo menos dos veces más a lo largo de la película.

¿Quién se habría imaginado que aquella huérfana era la auténtica gran duquesa? Sin embargo, los ojos azules de los Romanov no fueron suficientes para demostrar la identidad de Anastasia ante su abuela, cansada de rechazar a cientos de actrices que afirmaban ser su nieta con tal de cobrar la recompensa.
Esta vez no fue suficiente con mirarse a la cara. Hizo falta algo más: una llave, una caja de música y la canción que solo ellas conocían.
No insistiré más en este tema. Sólo espero haber enseñado que en el diseño de las princesas de animación hay algo más que belleza gratuita, pues algunos elementos, como hemos visto con los ojos de Anastasia y Rapunzel, también están al servicio del argumento. He hablado.