Las lágrimas de la reina Elsa

En el cine de animación todo tiene cabida. Vivimos las alegrías y la dicha de nuestros personajes favoritos, pero también compartimos su dolor y sus desgracias. En «Frozen» hay una escena tan hermosa y a la vez trágica que es capaz de dejar en silencio a toda una sala de cine, llena de niños y adultos. Aquí, en momentos como este, es donde la factoría Disney demuestra su buen hacer a la hora de transmitir sentimientos al espectador.

Las lágrimas de la reina Elsa
Ni siquiera las princesas Disney se salvan de derramar lágrimas.

Soy consciente de que ya le había dedicado un par de entradas al clásico que hoy nos ocupa en «AdenofreakTP». Una sobre los animales que aparecen y otra acerca de Elsa y su relación con las bacterias nucleadoras de hielo, pero comprended que esta película es tan hermosa que se merece cuantas palabras pueda necesitar.

Voy a describir brevemente la situación. En el clímax de la película, los personajes principales acaban reunidos sobre la banquisa de hielo que cubre el fiordo. La reina Elsa se encuentra indefensa y derrotada a los pies del príncipe Hans mientras este desenfunda su espada, dispuesto a eliminar el último obstáculo en su camino al trono de Arendelle.

Anna protege a Elsa.
Anna toma una decisión y protege a Elsa con un sacrificio supremo.

Al mismo tiempo, Anna y Kristoff llegan al final de una carrera contra el tiempo para descongelar el corazón de la princesa con un beso de amor verdadero. Pero al darse cuenta del peligro que corre su hermana mayor, Anna decide sacrificar su vida por protegerla y queda convertida en una estatua de hielo macizo.

La verdad se derrumba sobre Elsa. Su hermana ha muerto, ha perdido a quien más amaba en el mundo y nada puede ya consolarla.

Una figura aislada llora en medio de un paisaje helado. Todo a su alrededor se detiene, ni tan siquiera se escucha el silbido del viento o el crujido de la banquisa de hielo. No se oye canción ni banda sonora alguna: podéis comprobarlo si queréis. Por lo menos durante 30 segundos sólo hay un silencio sobrecogedor roto por los sollozos de Elsa abrazando el cuerpo congelado de la princesa Anna.

Elsa abraza el cuerpo congelado de la princesa Anna.
¿Podría haber mejor banda sonora para un momento así que el propio llanto de la reina Elsa?

En vez de acompañar este momento doloroso con alguna sinfonía melancólica, los animadores de Disney demuestran su maestría ofreciéndonos este silencio absoluto. No podría imaginar forma más poética de respetar las lágrimas de su personaje principal. Es de un realismo inigualable. Es así como debe sentirse llorar la pérdida de un ser querido. Cuando nada tiene sentido, cuando tu mundo se viene abajo, el silencio te rodea y solo oyes tu lamento.

Por supuesto, un clásico Disney no podía terminar con semejante desenlace. El sacrificio supremo de Anna fue el acto de amor que necesitaba para descongelar su corazón, y así ambas hermanas tuvieron una nueva oportunidad de recuperar el tiempo perdido.

Anna y Elsa, felices y juntas de nuevo.
¿Quién necesita besos de amor verdadero cuando el amor entre dos hermanas lo puede todo?

No entiendo como todavía hay gente amargada que tacha a esta película de ser sólo una moda pasajera apoyada en dos princesas animadas y unas canciones pasables. No podría estar más en desacuerdo con tales críticas. Soy consciente de que «Frozen» no es una película perfecta (ninguna lo es), pero la escena que acabo de comentar y otras cosas más convierten a este clásico en lo mejor que nos ha dado Disney en los últimos años.

Hemos sido testigos del nacimiento de un clásico inmortal, y el tiempo se encargará de confirmarlo.


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