Flora de Animación – Ice Age (La Edad de Hielo)
El invierno ha llegado no hace mucho. Hace frío, mucho frío. Tras haber visto las plantas que aparecían en «Brave», la fábula escocesa de Pixar, hoy nos va a tocar pasar frío con la película animada más gélida y divertida de la factoría Fox: Ice Age (La Edad de Hielo).
La acción de «Ice Age» se desarrolla hace unos 20.000 años, cuando los glaciares continentales aplastaban sin piedad el norte de Eurasia y Norteamérica durante la última glaciación. Un mamut, un perezoso y un tigre dientes de sable se unirán en una loca aventura para devolver un niño humano a su familia, mientras los demás animales huyen hacia las suaves temperaturas del sur. Era migrar o morir.
Las plantas también se enfrentaban al mismo problema. Muchas especies vegetales fueron retrocediendo hacia el sur según el frío polar avanzaba, mientras otras lograban adaptarse a medrar entre el viento y la nieve, y a conformarse con veranos cortos e inviernos muy largos. Las coníferas boreales, como los pinos, los abetos y las píceas, por entonces ya eran árboles muy duros y acostumbrados al clima de alta montaña. Por lo tanto no les resultó muy difícil sobrevivir cuando llegó la glaciación.
Antes de continuar, hay que aclarar que en esta película ocurre algo semejante a lo que ocurría con las plantas de «Shrek». «Ice Age» es una película de época en la que se reúnen especies de todos los continentes. Los animales y las plantas del Viejo y el Nuevo Mundo se entremezclan de una forma tan irreal y disparatada que resulta casi imposible determinar una localización geográfica precisa.
Para que sirva de ejemplo, podríamos suponer que nuestros personajes se mueven por Europa. Eso encajaría bastante bien, pues al fin y al cabo el hombre de Neandertal (Homo neanderthalensis) es autóctono del continente europeo. Y los monumentos megalíticos como los crómlech, pues también.
Sin embargo, este argumento tiene poco valor. Los hechos de la película acontecen hace unos 20.000 años, pero los Neandertales ya se habían extinguido mucho antes del momento (pre)histórico, hace 28.000 años; y los monumentos megalíticos más antiguos que se conocen no superan los 7.000 años de antigüedad. Así que solo podemos suponer dos cosas: o los creadores de «Ice Age» saben algo que nosotros no, o ambos elementos están muy fuera de lugar.
En cambio, las pinturas rupestres sí que están en su sitio. Hará unos 40.000 años, los humanos ya habíamos empezado a pintarrajear las cuevas y a dejar nuestra huella allí donde habitásemos, y desde entonces nunca hemos dejado de hacerlo.
Dicho esto, podemos ir entrando en materia.
Las plantas de «Ice Age»
Ya que he mencionado a las coníferas, estos son los árboles que con más facilidad nos encontramos en los impresionantes paisajes naturales de la película, aunque por desgracia, siempre formando parte del decorado y nunca apareciendo en detalle.
Sin poder verlos de cerca resulta imposible determinar a que especies pertenecen estos árboles. Por la forma cónica, típica de los árboles de Navidad, deben tratarse de abetos (Abies) o píceas (Picea). Ambos son géneros de coníferas ampliamente distribuidos por el hemisferio norte y difíciles de distinguir tanto desde lejos como al pie de ellos.
Sid, el perezoso, intenta ayudarnos con el asunto de las coníferas acercando a la cámara una piña o estróbilo femenino. No estoy muy seguro, pero se parece bastante a las piñas de la pícea de Noruega (Picea abies).
Por cierto, y por si alguien aún lo dudaba, estas piñas no son comestibles ni mucho menos «requeterricas», como dice Sid. Están compuestas de tejido lignificado y bien impregnadas de resina, al igual que todos los órganos de las coníferas. No son frutos, si no estructuras reproductoras cuya misión es proteger las semillas durante su maduración.
Manny y Sid se encuentran a «Bolita» y su madre a orillas de un río flanqueado por un bosque de árboles con un insólito color rosado. Son abedules de papel (Betula papyrifera), reconocibles por su corteza blanca y sus hojas que en otoño se vuelven de todos los colores. Sin duda los animadores eligieron el color de estos abedules para ambientar tan emotiva escena.
Veamos elementos más pequeños. La primera muestra del reino vegetal que nos encontramos en Ice Age es el preciado objeto de deseo que Scrat siempre lleva consigo: su bellota. ¿Cuántos golpes, entallones y mordiscos ha sufrido la pobre rata-ardilla por culpa de tan inocente fruto seco? ¿Cuántos? Nunca lo sabremos.
Aunque al menos si os puedo decir que robles, encinas, coscojas, alcornoques y el resto de especies del género Quercus (unas 500 más o menos) producen bellotas. Y las mejores, según cuentan, son las bellotas de encina (Quercus ilex).
Más adelante, Sid se mete en un buen lío al requisar un diente de león a una pareja de rinocerontes con mal carácter. El diente de león o achicoria amarga (Taraxacum officinale) es una hierba medicinal, comestible y muy común perteneciente a la gran familia
Asteráceas, en la cual se encuentran otras plantas conocidas y cultivadas por los humanos, como la lechuga, las alcachofas y las margaritas.
Más tarde, nos encontramos a Sid hincándole el diente a una manzana roja (Malus domestica), mientras sigue dándole la brasa a Manny.
Y los árboles que Scrat se encuentra al final de la película, ya en la actualidad y con esas nueces tan grandes, peludas y redondas, no hay duda de que son cocoteros (Cocos nucifera). Es un árbol conocido por todos, de distribución pantropical y que suele vivir a orillas del mar.
El asunto del melón
Uno de los mayores misterios de «Ice Age», perfectamente capaz de quitar el sueño por las noches a más de uno, es ¿por qué diantres todos los personajes llaman «melón» a un fruto que se ve a todas luces que no es un melón, si no una sandía?
Desde que la sandía hace su aparición en escena, todos insisten en llamarla melón cuando no lo es, por muy semejantes que sean el uno a la otra. El melón (Cucumis melo) y la sandía (Citrullus lanatus) son plantas rastreras que pertenecen a la familia
Cucurbitáceas y son originarias de las sabanas del Viejo Mundo, donde sus frutos grandes y llenos de agua representan un buen reclamo para atraer a los herbívoros y que estos dispersen sus semillas.
Ignoro qué pinta un fruto así en el norte de Europa en plena era glacial, ni por qué los animales (y los animadores) piensan que es un melón. Pero es evidente que se trata de una sandía: roja por dentro, verde por fuera, pepitas negras y un sabor refrescante. Si no os lo creéis, preguntadle a «Bolita».
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