Fauna de «La Princesa Sofía» II – Ungulados y otros mamíferos
Seguimos con los mamíferos. En esta entrega de La Fauna de «La Princesa Sofía», veremos a todos los mamíferos ungulados, desde caballos alados hasta vacas que no dan leche, y también al resto de animales peludos de órdenes minoritarios.

Ungulados – Perisodáctilos
La montura personal de nuestra joven princesita es «Mínimus», un poni volador de color lavanda que va a juego con los tonos violetas propios del vestuario de Sofía. De nuevo, como pasaba con la princesa Rapunzel, nos encontramos una referencia más que asocia el color violeta con la realeza y aquellos llamados a gobernar.
Cuando le dieron a elegir, Sofía tuvo que conformarse con el único caballo que quedaba en los establos de la academia. Pero, en opinión de nuestra princesa, Mínimus es el caballo perfecto.

– ¿De verdad? (1)
Los Ungulados son un grupo de grandes mamíferos herbívoros que se caracterizan por caminar sobre el extremo de los dedos, estando cada dedo rematado por un recubrimiento queratinizado que lo protege y recibe el nombre de pezuña o casco. Realmente estas protecciones corneas no son otra cosa que las uñas hipertrofiadas.
Según el número de dedos que tengan, los ungulados se dividen en dos órdenes. Por una parte nos encontramos a los Perisodáctilos, que son los ungulados con un número impar de dedos, con 5, 3 o un solo dedo. Los «ungulados de pezuñas impares» están representados actualmente por tres familias muy reducidas (los rinocerontes, los tapires y los caballos y sus afines), una sombra de la diversidad que tuvieron hace millones de años, sobre todo cuando las pocas especies que nos quedan se encuentran casi todas en peligro de extinción.
A los caballos voladores los podemos clasificar dentro de la especie del caballo, Equus ferus, pero en una subespecie aparte que llamaríamos Equus ferus alatus (se admiten sugerencias). Y del mismo modo que pasa con los caballos domésticos, existirían razas de todo tipo y tamaño, como le ocurre a Mínimus que es bastante más bajo y robusto que otros caballos alados.

Si os habéis dado cuenta, estoy insistiendo en decir «caballos alados o voladores» en lugar de «pegasos», porque según la mitología griega, Pegaso solo hubo uno. No sería correcto llamar a todos los caballos voladores por el nombre de su miembro más famoso, al igual que no llamamos «dumbos» a todos los elefantes.
Tanta será la importancia que se le da en el reino de «Encantia» a los caballos alados que el emblema de la familia real está protagonizado por un caballo volador encabritado, parecido al «Cavallino Rampante» en el escudo de la casa Ferrari, solo que blanco y con alas.

Por supuesto no todos los caballos de Encantia iban a ser alados. Las gentes humildes no pueden permitirse caballos voladores, y de hecho, el mismo rey se ve obligado a usar caballos comunes cuando las condiciones meteorológicas no son adecuadas para volar, especialmente en invierno. Los caballos no voladores serían de la misma subespecie que el caballo doméstico, Equus ferus caballus.


Otro representante del género Equus son los burros domésticos (Equus africanus asinus), que aunque con menos glamour que los caballos, han acompañado y servido a los humanos desde los inicios de la civilización. Quién no pudiera permitirse un caballo, podía escoger un burro.

En el cumpleaños de la princesa Amber, sus padres le regalan un unicornio, algo que desde siempre había deseado. Y con esto nos dan un problema taxonómico. No voy a discutir su carácter mítico, pues está claro que los unicornios son puro producto de la imaginación medieval y no tienen otra interpretación. Sin embargo, de existir, ¿cómo los clasificaríamos respecto a otros caballos? Se me ocurren dos posibilidades, a saber:
- Considerar a los unicornios como una especie más del género Equus, por lo que se equipararía con burros, cebras y caballos y su nomenclatura binomial podría ser Equus unicornis.
- O bien, tratar a los unicornios como una subespecie dentro de los caballos. En tal caso habría que añadir un epíteto subespecífico a la especie Equus ferus para formar la subespecie Equus ferus unicornis.

Para decidir cuál opción es la más correcta sería necesario secuenciar el material genético de un unicornio y compararlo con el genoma de los caballos y otros miembros del género Equus, para ver así a quién se parece más desde un punto de vista evolutivo. No obstante, puesto que no disponemos de muestras viables, la clasificación de los unicornios quedará en el misterio.
¡Que nadie me tome en serio! ¡Esto es solamente biología especulativa!
Ungulados – Artiodáctilos
En cierta ocasión, el rey Roland II quiso alejarse de sus obligaciones en la corte y emprender una nueva vida como un humilde pastelero entre los aldeanos. El problema llegó cuando se dio cuenta de que no tenía la menor idea de repostería ni de cómo conseguir los ingredientes. Sabía que las tartas llevan leche y que la leche sale de las vacas; pero ignoraba un principio básico de la producción lechera que aprendimos con Heidi: «Las vacas no dan leche sin más, sino que tienes que ordeñarlas tú mismo«. 😂

– Conseguir algo de leche. ¡Vaca, te ordeno que me des leche ahora mismo!
– Creo que no funciona así.
– ¿Ah, no? (7)
Las vacas (Bos primigenius taurus) son unas representantes ideales del orden Artiodáctilos o «ungulados de pezuñas pares». Es un grupo muy diverso donde se reúnen los principales animales de granja que han alimentado a la humanidad desde la invención de la ganadería (vacas, ovejas, cabras y cerdos) y a muchos de los mamíferos herbívoros que pululan en enormes manadas por bosques y sabanas, pastando cantidades ingentes de hierba y sirviendo de presa para los grandes depredadores.
Por ejemplo, están los ciervos del bosque que ayudaron a Sofía a encontrar a su padre cuando se perdió en la nieve, que probablemente sean ciervos europeos (Cervus elaphus). Cuando están en la época de apareamiento, los machos dominantes se rodean de un harén de varias hembras y mantienen alejados a otros machos.

Cuando antes dije que los artiodáctilos son un grupo muy diverso, lo dije de verdad. Las modernas técnicas de secuenciación genética (las mismas que recomendé para los unicornios) han demostrado lo que ya se sospechaba: que los delfines y otros cetáceos descienden directamente de los artiodáctilos y, por tanto, deben clasificarse dentro del mismo grupo.
Esto significa que los delfines mulares (Tursiops truncatus) que se encontraron Sofía y la princesa Oona en su aventura submarina, están más emparentados con vacas y ciervos que con cualquier otro animal de los que veremos en esta serie animada. A simple vista no se parecen en nada a un artiodáctilo típico, pero la semejanza va por dentro.

He pensado muy seriamente si hablar de los delfines junto a los otros Artiodáctilos o dejarlos aparte, en la categoría de «otros mamíferos». Al final, he decidido hacer caso a las recientes tendencias y meterlos aquí. Si para contar la verdad necesito romperos algunos esquemas, que así sea.
Otros mamíferos
Ya hemos terminado los ungulados. Ahora sólo nos quedan algunos mamíferos de otros órdenes que apenas están representados en la serie.
«Freedo» es el mono mascota del príncipe James. Podría ser perfectamente un babuino gelada macho (Theropithecus gelada), un primate de hábitos terrestres que vive en las montañas de Etiopía. Es muy «mono» y tiene una melena muy suave y espesa, y aunque sea tan cariñoso no me parece una mascota muy adecuada para un crío. Podría volverse algo agresivo cuando esté en celo.

Para mascotas atípicas, la del príncipe Zandar, que es ni más ni menos que un elefante asiático (Elephas maximus). O mejor dicho, una elefanta, puesto que no tiene colmillos. Entre los elefantes asiáticos, los machos son los únicos que van armados.

Durante los preparativos de la gala de Halloween, Sofía se encontró un pequeño murciélago fantasma que estaba aterrorizando a las sirvientas del palacio. Todos los murciélagos pertenecen al orden Quirópteros y, este podría ser un murciélago blanco hondureño (Ectophylla alba).

Y para terminar, como último representante de los mamíferos en «La Princesa Sofía», tenemos la aparición estelar de un marsupial de las antípodas. Cuando Sofía se fue con su tía Tilly a buscar manzanas, la bestia parda que les roba la cosecha es un «wombruto feroz», que tiene toda la pinta de estar inspirado en los wombat australianos, solo que con pelo oscuro, grande como un oso y con alitas de murciélago.

En la próxima entrega de La Fauna de «La Princesa Sofía», ahora que ya hemos terminado con los mamíferos, pasaremos a analizar las aves que aparecen en la serie. ¡No os lo perdáis!
Referencias: (1) Sólo una princesa más; (2) La corona volante; (3) El amuleto y el himno; (4) Fiestas en Encantia; (5) La gran fiesta de pijamas; (6) Dos princesas y un bebé; (7) El rey pastelero; (8) Un conejo de concurso; (9) La gala fantasmal; (10) El palacio flotante; (11) La gran tia-ventura.