Fauna de Animación – La Bella Durmiente
Os voy a confesar un secreto: «La Bella Durmiente» no es una de las películas de mi infancia, pues ni me he criado con ella y ni hasta hace pocos años la había visto. Sólo había oído hablar de la gracia y milagros de este clásico Disney, con una historia sencilla y una princesa encantadora de nombre «Aurora». Y después de haberla disfrutado, cual niño maravillado, sólo puedo contar bondades de esta joya del cine animado.
Aurora, princesa olvidada de un clásico inmortal
«La Bella Durmiente» no es un clásico cualquiera. Es el tercer clásico de princesas que salió de la factoría Disney, después de «Blancanieves y los siete enanitos» y «Cenicienta». Y tras haber visto los tres, afirmo que este es con diferencia mi favorito.
Con «La Bella Durmiente» vemos claramente como los animadores de Disney comenzaron a ganar confianza a la hora de adaptar cuentos de hadas, y nos dieron así una película para recordar. Sin embargo, hubo alguien que tuvo que pagar el precio de las innovaciones. A llevar al cine un cuento en el cual la princesa está ausente durante la mitad del metraje, Aurora se convirtió la primera princesa que no es la protagonista de su historia; aunque por supuesto nunca deja de ser el personaje principal en torno al que bailan todos los demás.
Una chica que es oro puro se vio condenada a vivir en el anonimato. No sería la primera vez que alguien me pregunta: «¿Cómo se llama la bella durmiente?» o «¿Quién diantres es Aurora?».
Y no les puedo reprochar que desconozcan el nombre de esta princesa, pues entre que es un bebe, o está durmiendo en espera su beso de amor verdadero, la pobre Aurora aparece tan poco tiempo en su propia película que cualquier personaje con un mínimo de carisma puede hacerle sombra con facilidad.
Por ejemplo, tenemos a las tres hadas buenas, Flora, Fauna y Primavera. Son quienes cuidan a Aurora en un lugar apartado y oculto en el bosque, lejos de las malas artes de la bruja Maléfica. No es que tenga nada contra este trío de hadas (es más, me encantan), pero sin proponérselo consiguen robarle todo el protagonismo a Aurora. De hecho, la película está narrada desde el punto de vista de las hadas.
Y lo más triste es que la historia se volvió a repetir con el estreno de «Maléfica», con Angelina Jolie encarnando a la malvada bruja de mismo nombre. Una vez más, nuestra princesa se vio relegada a un segundo plano.
De todas maneras, nuestra bella durmiente ya está acostumbrada a vivir en la sombra. ¿Acaso no fue Aurora la primera princesa Disney cuyo nombre no aparece en el título de su película? Blancanieves y Cenicienta disfrutaron en su momento de tal privilegio, y hoy en día son más famosas de lo que Aurora nunca lo fue, aunque nuestra princesa valga más que las otras dos juntas. Esta es mi opinión, y así la mantendré.
Animales de «La Bella Durmiente»
Son unos cuantos los animales que aparecen en «La Bella Durmiente»; así que vamos a ocuparnos primero de dos casos ajenos a nuestra princesa, para luego poder centrarnos en los que acompañan a Aurora.
Empezaremos por el cuervo de Maléfica, su servidor más fiel y, de lejos, el más competente (porque sus demás siervos son más tontos que las piedras). Es el único ser viviente por el que esta mala bruja siente algo de afecto y a quien le encarga las misiones importantes, como la de encontrar a la princesa Aurora antes de que esta cumpla los 16 años, sabiendo que puede contar con su inteligencia y sagacidad propias de un cuervo.

Pero, ¿he dicho «cuervo»? No, el pájaro de Maléfica no es un cuervo, como suele creerse. Los cuervos (Corvus corax) que bien conocemos lucen igualmente un sombrío plumaje negro, pero su pico también es negro y no tienen esa zona de piel desnuda en torno a los ojos, como así presenta el sirviente emplumado de Maléfica.
Yo mismo también pensé que debía ser un cuervo, algo raro pero un cuervo al fin y al cabo. Hasta que recordé que había un candidato mucho mejor.
El «cuervo» de Maléfica es un grajo (Corvus frugileus), un ave europea algo más pequeña que los cuervos y que pertenece igualmente a la familia de los córvidos, junto a cornejas, urracas y arrendajos. Su pico es de colores claros y tiene una carúncula de piel desnuda alrededor de los ojos, quizás no de un color tan llamativo como las del grajo de Maléfica, pero el parecido salta a la vista.


¿Habéis oído el refrán que dice: «Cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo»? Pues a este pájaro se refiere.
El caballo personal del príncipe Felipe es «Sansón», noble y valiente corcel de capa blanca y crines y cola negras, que como todos los caballos domésticos es de la subespecie Equus ferus caballus. No tengo ni idea a que raza puede pertenecer, aunque no me extraña ya que mis conocimientos en ganadería equina son muy limitados.
Sí puedo deciros que los caballos reales no tienen esas cejas tan cantosas que los animadores de Disney le han puesto a Sansón, sin duda con la idea de dotarlo de más expresividad.
Entre las princesas Disney es muy típico el tener una íntima conexión con los animales, siendo capaces de ganarse con facilidad el favor y la confianza de aves y bestias. Aurora puede estar orgullosa de continuar con esta sana costumbre, que ya en su momento instauró Blancanieves.
En sus paseos por el bosque, nuestra preciosa Aurora se ve rodeada de toda una tropa de animalillos que le sirven como amigos fieles y confidentes anónimos, aliviando su soledad. Es precisamente en estos momentos cuando mejor podemos disfrutar de nuestra princesa, sin otros personajes humanos que le roben protagonismo.

Entre el cortejo animal de Aurora distinguimos dos especies diferentes de ardillas: unas muy pequeñas con unas listas blancas y negras que le recorren la espalda; y otras más grandes, de cola larga y espesa y pelaje pardo-rojizo.
Las ardillas pequeñas pueden ser ardillas rayadas (Tamias striatus), y las de cola larga, unas ardillas zorro (Sciurus niger). Ambas son especies de roedores esciuromorfos que viven exclusivamente en Norteamérica; otro ejemplo más de que en la factoría Disney a veces se olvidan de que la mayor parte de sus cuentos de hadas tienen lugar en el Viejo Continente. Si lo hicieron con el petirrojo de Mary Poppins, con Aurora no iban a hacer menos.


También siguen a Aurora algunos conejos, que no podían faltar en su papel de mamíferos lagomorfos adorables y achuchables. En Europa tenemos conejos autóctonos que pueden interpretar un buen papel, y como siempre son de la especie Oryctolagus cuniculus.

No todo iban a ser mamíferos. Unos cuantos pájaros han acudido, atraídos por el canto melodioso de Aurora. Todos son iguales en proporciones y tamaño, y tan solo se diferencian en los distintos colores dominantes de su plumaje, a saber: rojo, azul, añil, verde y amarillo.
Con estos pájaros nos encontramos una situación similar a la que vimos en «La Bella y la Bestia». En el continente europeo no hay ningún pájaro pequeño que sea enteramente rojo ni azul, por lo tanto habrá que buscarlos en la fauna extranjera. Y viendo lo que han hecho con las ardillas, no me va a preocupar buscar especies donde sea, pues si ellos no son fieles, yo tampoco lo seré.
Los pájaros rojos, con esa cresta de plumas tan llamativa, pueden ser machos de cardenal (Cardinalis cardinalis), un ave de América del Norte que frecuenta bosques y parques.
Hay pájaros azules de dos tonalidades distintas; unos de un azul intenso o añil, y otros de un tono más pálido. Los de color añil pueden ser azulillos brasileños (Porphyrospiza caerulescens); y los de color azul pálido, los podemos catalogar como pinzones del Teide (Fringilla teydea), endémicos de la isla canaria de Tenerife.
Los otros pájaros son más fáciles de encajar en la fauna europea. Los de color verde podrían ser verderones (Chloris chloris); y los amarillos, escribanos cerillos (Emberiza citrinella).





Además de los pájaros, también nos encontramos a un par de aves de pintoresca apariencia, con la cara oscura y un penacho de plumas negras en la cabeza. Estas aves gallináceas sólo pueden ser codornices de California (Callipepla californica), y concretamente dos machos.
El búho que dice «Who?»
Ya pensabais que me estaba olvidando del búho, ¿eh?. Sólo quería dejar para el final a la estrella emplumada de la película, con más glamour y elegancia que todos los demás animales juntos. Solamente hay que ver lo bien que le sientan la capa y el sombrero del príncipe Felipe.
Parece ser un búho de Virginia (Bubo virginianus), una rapaz nocturna de tamaño medio que vive en Norteamérica, muy a tono con lo que estamos viendo en esta película. Es un feroz depredador de ardillas, conejos y otros pequeños mamíferos, por lo que llama mucho la atención verle interactuar tan amistosamente con quienes serían sus presas habituales. Imagino que sólo la hermosa voz de la princesa Aurora podría obrar semejante milagro.


Pero no voy a hablar de la relación depredador-presa, si no del juego de palabras intraducible que protagoniza este búho, que por desgracia pocas personas han podido disfrutar en la versión doblada al castellano. El «diálogo» transcurre más o menos así, cuando Aurora les comenta a los animalillos sus preocupaciones y ellos demuestran su interés:


– Las tías Flora, Fauna y Primavera. Nunca quieren que haga amistad con nadie.


– ¿A quién? A un príncipe.
El chiste está en que en el doblaje original confunden el típico «Hoo, hoo» de los búhos con la partícula interrogativa inglesa «Who?», que en español significa «¿Quién?». De esta manera, nadie sabe si el búho realmente le está preguntando a Aurora o solo está ululando… o las dos cosas.