Las adelfas de Napoleón

Guerra de Independencia Española, entre los años 1808 y 1814. Fueron duros tiempos para la población española, asolada por las penurias propias de la guerra y oprimida por el ejército francés al mando de Napoleón Bonaparte. Ocupados, que no rendidos, los españoles se vieron obligados a luchar contra un enemigo muy superior. Para ello, usaron una estrategia que ha funcionado con eficacia desde tiempos de los romanos hasta el día de hoy: las guerrillas milicianas. Pequeños grupos de hombres y mujeres valientes que, por medio de emboscadas y un profundo conocimiento del terreno, privaban al ejército invasor de suministros y daban moral a la plebe con sus victorias.

«Fusilamientos del 2 de mayo», por Francisco de Goya

La leyenda cuenta que se reunió un batallón de soldados napoleónicos en la comarca malagueña de Ronda, dispuestos a acabar con los peligrosos guerrilleros en las serranías de la zona. Los habitantes del lugar, no se dejaron amilanar tan fácilmente. Decidieron preparar una abundante cena a base de conejos a la parrilla y vino de la región, e invitaron a los soldados franceses. Así pues, con su beneplácito, lo dispusieron todo para un banquete que los militares franceses no olvidarían jamás. Mientras los hombres salieron al monte con los galgos a cazar los conejos, las mujeres se repartieron la labor: unas distrajeron a los soldados con los bailes propios de la región y otras acudieron a los bosques de ribera a recolectar ramas de adelfa y despojarlas de sus hojas.

Con la caída de la tarde, volvieron los cazadores. Los conejos fueron desollados, sazonados y ensartados en las varillas de madera de adelfa para asarlos sobre la lumbre. Los hambrientos soldados comieron gustosos tan sabrosa carne, bebieron buen vino y bailaron al son del cante andaluz en torno a las hogueras. ¡Mucha alegría! ¡Mucha fiesta! ¡Mucha verbena!

Pero, poco a poco, el silencio se fue apoderando de la multitud. A la mañana siguiente, todos los soldados estaban muertos o moribundos, y los guerrilleros habían desaparecido tras levantar el campamento.

Flores de adelfa, «la que mata más que un ejército»

Las adelfas (Nerium oleander) son arbustos leñosos de la familia Apocináceas, muy típicos de los bosques de ribera cercanos al mar Mediterráneo. Hoy en día, al menos en mi tierra, las adelfas suelen plantarlas en los jardines y la mediana de las autovías.

La planta es muy tóxica. Presenta en todos sus tejidos una alta concentración de potentes alcaloides semejantes a la digitalina, con un fuerte efecto inhibitorio del latido cardiaco. Los franceses, que quizás provenían del norte de Francia y no habían visto una adelfa en su vida, puede que desconocieran la planta y su carácter letal. Por si acaso, los malagueños decidieron ocultar el plan lo mejor que pudieron envenenando la carne al cocinarse en el fuego junto a las varillas.

La realidad terminó convertida en leyenda. Pero sí sabemos que fue el mismo Napoleón «Buenoenparte» quien le dio a la adelfa el sobrenombre de «la que mata más que un ejército«, en honor al ingenio de los guerrilleros españoles. Este es uno de los casos más extraordinarios en que una planta sirvió directamente para un uso militar.


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