Plumas de Valquiria – Hrist
Comienza la saga nórdica de «AdenofreakTP». Tras presentar el objetivo de nuestra investigación en «Plumas de Valquiria», ha llegado el momento de empezar con la mayor de las hermanas. Hoy hablaremos de Hrist (Ji – ríst), de sus plumas y de cómo nació el mito de las valquirias en el norte de Europa.

Hrist, el orgullo de Odín
Se la conoce como «el orgullo de Odín», por ser la sirviente más fiel y leal de su señor. Al momento de cumplir con su cometido en Midgard, Hrist está convencida de que el fin siempre justifica cualquier medio empleado. No le importa apartar a espadazos a cualquier mortal que se interponga en su camino, o incluso atacar a sus propias hermanas. Sin embargo, al final se comprueba que tiene buen corazón.

Hrist es quien lleva la armadura más fuertemente acorazada, coartando un poco sus movimientos pero protegiéndola mejor en el fragor de la batalla. El casco está ornado con cinco plumas negras a cada lado, que combinan perfectamente con el oscuro cabello de Hrist. Tales plumas negras, así como las irisaciones que resaltan en el esmalte de su armadura oscura, me recuerdan mucho al plumaje de los cuervos.
Precisamente. Todo el mito de las valquirias nórdicas nació por las costumbres de los cuervos y la interpretación que le dieron los humanos. Durante las cruentas luchas tribales que se dieron entre los antiguos pueblos del norte de Europa, era habitual ver muchos cuervos aguardando pacientemente sobre los árboles que lindaban con los campos de batalla, donde multitud de humanos se mataban entre ellos. Cuando un silencio mortal reinaba tras la masacre, los cuervos tenían el camino despejado para acercarse a los cadáveres. La carroña era abundante y el banquete estaba servido.

Los cuervos, y los córvidos en general, son unas aves muy inteligentes con un pico muy versátil. Es un pico de apariencia sencilla, que usan con gran habilidad para manipular objetos. Sin embargo, los cuervos no pueden arrancar trozos de carne de un cadáver fácilmente, y menos si dicho cadáver está cubierto de un fuerte pellejo o está vestido. Su pico no les sirve para esta tarea. Las aves rapaces (águilas, buitres y halcones) sí que cuentan con un pico ganchudo que les permite abrir la carroña y arrancar jirones de carne. Los cuervos, por el contrario, necesitan ayuda.
En el mundo salvaje, los cuervos deben esperar junto a la carroña a que los grandes carnívoros acudan a hacer el trabajo sucio. Osos, linces o lobos pueden despedazar cualquier animal muerto sin esfuerzo alguno, y siempre habría sobras que los cuervos sabrían aprovechar. Además, seguro que los mismos cuervos, con su inteligencia privilegiada, se ocuparían personalmente de atraer a los carroñeros, ya fuese armando un gran alboroto o incluso guiando sus pasos hasta el lugar del crimen.
Pero claro, en un campo de batalla sembrado de carroña humana, los cuervos no necesitaban ayuda ninguna. Había multitud de cuerpos despedazados, heridas abiertas, miembros mutilados… La comida estaba servida, y más bien debían apresurarse a comer cuanto pudieran antes que llegasen otros humanos a enterrar los muertos. Aquí fue donde nació el mito de las valquirias.
Como nuestras doncellas guerreras, los cuervos elegían para alimentarse a los guerreros más valientes, aquellos que habían luchado hasta el final, pero no porque merecieran ir al Valhalla, si no porque eran los que tenían las ropas más destrozadas, las heridas más profundas y el cuerpo más hecho polvo. Los cuervos elegían a los guerreros con más carne al descubierto. Por supuesto, luego los humanos de la época observaron este comportamiento y se montaron su propia mitología. Es más o menos lo que pasó en el antiguo Egipto con los chacales y el dios Anubis.
Volviendo con el orgullo de Odín, es muy posible que las plumas que Hrist luce en su casco sean de cuervo, dada la estrecha relación que existe entre las valquirias y estas inteligentes aves. No obstante, podrían ser algo pequeños para que sus plumas timoneras sean las que ostenta ella. No estoy seguro.
Se me ocurre, quizás, que si buscaba un ave con plumas que combinasen con su cabello y además hacer un homenaje a la leyenda, Hrist podría haber escogido a «otro cuervo» de mayor tamaño para cogerle las plumas. Por ejemplo, tenemos al cormorán grande, conocido también como «cuervo marino». No está emparentado con los verdaderos cuervos, pero es lo más semejante y sus plumas timoneras son del tamaño adecuado apara el casco de Hrist.

En la próxima entrega de «Plumas de Valquiria», os presentaré a la segunda de las hermanas, Lenneth, y hablaremos de las posibles especies de aves que pudieron prestarle sus plumas, así como de las leyendas que las rodean.